"Trata siempre a la gente con cortesía y con humildad, y procura no hacer daño a nadie (ni material ni mentalmente)".
El maestro subrayó en uno de sus discípulos la virtud y la necesidad de comportarse en la vida con humildad. Dijo que los árboles que se levantan altos y que solo se jactan de su altura no tienen fruto, pero que los que dan frutos tienen las ramas inclinadas por el peso de la fruta y por su nobleza.
El profeta Mahoma era amable y humilde en grado sumo, y superaba así a los demás profetas. Cierta vez que atacaron al profeta sus enemigos y le saltaron un diente, él se limitó a decir: "no conocen el camino recto"; y en vez de maldecirlos o de pedir a Dios que hiciera caer su ira sobre ellos los amó con naturalidad y no pidió su destrucción.
El hombre debe controlar siempre su ego, y no levantarse lleno de arrogancia ni de orgullo por su categoría social, sus conocimientos, su práctica espiritual. La humildad es una característica natural de los seres humanos y, a la vez una virtud, pero esa humildad no debe confundirse con la negación de uno mismo, pues debe conservarse la individualidad, así como los árboles altos conservan su altura; pero la altura no es una virtud por si misma. Para añadir algo a la altura y añadir frutos a la altura, se recomienda la humildad de pensamiento y de obra.
Cien historias sufíes